Aparte
del interés cultural del castillo y de las vistas más que
sorprendentes, la sierra de Gibalbín tiene también un evidente
atractivo paisajístico, ahora puesto en peligro por explotaciones
mineras a cielo abierto que dudo resistan ningún estudio de impacto
medioambiental. Pero frente a estas agresiones al paisaje, nos
complace el esmero con que sus propietarios cuidan la hermosa finca
denominada “Las Navas” -ya junto al poblado de Gibalbín-, en
cuyo corazón se encuentra un antiguo balneario de aguas sulfurosas.
Se
accede a las ruinas del balneario –a
Los Baños,
que es como allí lo llaman- a través de un bellísimo camino que
discurre entre algarrobos con los que hace unos años se repobló la
finca. Los suficientes como para que los árboles hayan alcanzado ya
el porte necesario para que nuestra marcha transcurra a la sombra
clara que proporciona su follaje, de un verde tan luminoso en esta
época del año. Tienen algo de mágico estos árboles.
Mientras
caminamos embelesados por la luz clara que se filtra por las copas de
los algarrobos, se nos viene a la cabeza la canción con la que
amenizaban su marcha hacia Los Baños de Gibalbín un grupo de
ancianos naturistas que aún en los años 80 peregrinaban al lugar,
convencidos de las bondades salutíferas de sus aguas:
"Allá en Gibalbín
nos esperan sus aguas,
qué frescas, qué claras,
la fuente ideal.
Los baños nos curan
todos nuestros males,
sus buenos aires
dan más vigor..."
"Allá en Gibalbín
nos esperan sus aguas,
qué frescas, qué claras,
la fuente ideal.
Los baños nos curan
todos nuestros males,
sus buenos aires
dan más vigor..."
Es
siempre de improviso cuando suceden estas cosas. Lo hemos comentado
varias veces, y después de darle muchas vueltas estamos
convencidos de que lo que vimos aquel día en la sierra de Gibalbín,
cuando marchábamos tranquilamente entre los algarrobos camino del
balneario tarareando aquella vieja canción, fue una verdadera aparición. Hasta ese día yo no había tenido razones para creer en
los faunos, en los sátiros y demás criaturas fantásticas que según
la mitología pueblan los bosques, pero lo que de repente se apareció
ante nuestros ojos, sólo durante unos breves segundos, fue desde
luego algo más que un simple caballo salvaje. Un caballo con
expresión plenamente humana –sí, humana, concretamente de hombre
ya curtido en años- y que aparentemente contrariado por nuestra
presencia nos hacía señas moviendo la cabeza arriba y abajo, como
queriendo advertirnos de algo, y que desapareció entre la arboleda y
sin dejar rastro apenas unos segundos después, con el mismo trote
ligero con el que había aparecido.
Ni
siquiera hubo lugar a hacer fotos, pues como ya dije fue una
aparición que duró apenas un instante, ni habíamos tomado nada
capaz de provocar una alucinación tal, más allá de la copa de
Machaquito con que aquella mañana habíamos rematado el desayuno.
Sea como fuere, lo cierto es que ya toda nuestra estancia en los
Baños estuvo marcada por la extraña y bella aparición de Sileno
–así lo hemos bautizado- a quien atribuimos algún mensaje hasta
el momento oculto, pero que debe andar en algún lugar de esta
historia.
(Sileno: Genio que lleva una vida libre y en estrecho contacto con la Naturaleza, entre otros sátiros y ninfas. Como todos los sátiros viejos tiene rasgos equinos, habilidad para la música,dones proféticos cuando está borracho y una lubricidad desenfrenada)
Cómo llegar a Los Baños:
Para ir a Los Baños hay que atravesar el poblado de Gibalbín según se llega desde Jerez, y tomar un desvío hacia la izquierda que parte justo desde la venta "La Choza". Se trata del antiguo camino de Arcos a Lebrija. Una vez se acaba el tramo que está asfaltado -y que llega hasta las últimas casitas de Gibalbín- se toma la bifurcación de la derecha hasta llegar a una profunda hondonada que hay a algo más de un kilómetro de carril. En el fondo de la hondonada -excavada por un arroyo que cruza el camino- veremos a la izquierda la angarilla por la que se accede a Los Baños, a los que se llega caminando a lo largo de un bonito sendero que discurre entre algarrobos. Una frondosa masa de eucaliptos marca el lugar donde se encuentran las ruinas del antiguo balneario.
Ja, ja... ¿De dónde has sacado esa increible partitura? ¡Lo que tu no encuentres...!
ResponderEliminarAdiós a los Baños de Gibalbín.
ResponderEliminarSe ha secado el manantial de aguas sulfurosas de Gibalbín.
Según me comenta un vecino de esta barriada rural, el propietario de la finca colindante, después de cerrar el camino público que conducía hasta las ruinas del balneario, para incorporarlo a su finca, ha perforado un pozo ladera arriba del manantial con la intención de desecarlo. Y lo ha conseguido.
Visité el lugar el verano pasado, y al encontrarme con que ya no manaban las aguas sulfurosas que dieron fama a este lugar, pensé que sería debido a la sequía estival. Pero he vuelto a ir hace un par de semanas, y después de las lluvias abundantes que hemos tenido este invierno sigue sin manar agua.
Luego, al preguntar en el pueblo, un vecino me comentó lo que ha sucedido: que el nuevo propietario de la finca denominada "Las Navas", después de apropiarse del camino, cerrándolo con cancela y candado, y de las ruinas del balneario, ha procedido a desecar el manantial para así evitar que entremos en lo que considera su propiedad quienes allí íbamos a coger las aguas medicinales de un manantial que siempre fue un bien público. Unas aguas que son -eran- casi milagrosas para curar las afecciones de la piel y también para muchos problemas digestivos.