El triángulo que forman Gibalbín,
Las Cabezas de San Juan y Espera es un complejo endorreico en el que
pueden encontrarse hasta una decena de pequeñas lagunas de enorme
interés faunístico y paisajístico. Nosotros vamos a centrarnos en tres de
aquellas lagunas, por ser las que quedan dentro de los límites de la
provincia de Cádiz, y que forman el complejo endorreico de Espera:
La Laguna Dulce de La Zorrilla, la Laguna Salada de La Zorrilla y la
Laguna Hondilla.
Las Lagunas de La Zorrilla, o de Espera
-que es como se las conoce-, pueden
visitarse en coche si seguimos algunos kilómetros la carretera que desde Gibalbín conduce hacia Las Cabezas y nos desviamos por un carril que sale a la derecha en dirección al Cortijo de la Zorrilla (está indicado). Las lagunas se encuentran nada más pasar el cortijo, y el carril continúa en buen estado hasta la población de Espera.
Pero si disponemos de más tiempo y nos
apetece estirar las piernas, las lagunas de La Zorrilla pueden
visitarse a pie desde el mismo poblado de Gibalbín. Para ello basta
con tomar un camino que hay a la derecha según salimos del poblado
en dirección a Las Cabezas, justo al dejar
atrás las últimas casas ya diseminadas. Se trata de un paseo muy agradable
y de apenas una hora de ida y otra de vuelta,
desde el que se disfrutan vistas espectaculares de las
sierras y de las campiñas
gaditanas, sobre todo desde su punto más alto, al que hemos
bautizado como "el Círculo del Mundo".
"El Círculo del Mundo"
El carril que desde la salida de
Gibalbín conduce hacia las Lagunas de la Zorrilla, serpentea y
asciende por un cerro cuya vegetación y rocas calizas nos recuerdan
que estamos recorriendo las últimas estribaciones de las Sierras
Subbéticas, a las que pertenece también la Sierra de Grazalema. Al
llegar a lo más alto, tras kilómetro y medio con fuertes repechos,
debemos buscar a nuestra izquierda un pequeño mirador desde el que
se divisa el "Círculo del Mundo": un horizonte
perfectamente circular que nos permite deleitarnos
con estupendas vistas en 360º a la redonda, con la localidad
sevillana de Las Cabezas de San Juan al norte,
el cerro donde se asienta Medina Sidonia al sur,
las sierras de Grazalema el este y la de
Gibalbín al oeste, etc.
Tras una parada para
tomar aliento y recrearnos con el estupendo paisaje que desde
aquel otero se nos ofrece, no hay
más que seguir el carril que, en suave
descenso y entre campos de labor, nos
conduce hasta las Lagunas de la Zorrilla, llamadas así por
encontrarse en las inmediaciones del cortijo de ese mismo nombre.
(Ojo: no hay que tomar un desvío que
encontraremos hacia la izquierda, el cual conduce al cortijo
en vez de a las lagunas). A unos tres kilómetros toparemos con una señal vertical que dice "Reserva Natural". A partir de esta señal hay que tomar el sendero de la izquierda (que está muy poco marcado) y que nos lleva directamente hasta otra señal que prohíbe el paso de vehículos "excepto autorizados y vehículos agrícolas" Desde este lugar ya podemos ver la Laguna Dulce de la Zorrilla, a la cual llegamos siguiendo un sendero que la rodea en el sentido de las agujas del reloj.
Según relata el espereño Miguel
Rodríguez Ardila, quien se crió en aquellos pagos, era tal el aislamiento en el que vivían los
moradores de este cortijo de La Zorrilla allá
por los años cincuenta del siglo pasado, que muchas veces perdían
la cuenta del día en el que estaban, ya que ni siquiera disponían
de almanaque, e incluso la hora del día la calculaban por la altura
del sol cuando se les paraba o se les olvidaba darle cuerda al único
reloj que había en el cortijo. Era “el
Recovero” -un personaje que iba de
cortijo en cortijo recogiendo huevos a cambio de café y azúcar-
quien les ponía al tanto, cuando por allí
asomaba, del día y la hora en que vivían.
Bastan unos
pocos minutos recorriendo aquellos parajes solitarios para darnos
cuenta de que el lugar tiene algo de especial,
casi mágico. Según leyendas que se
han transmitido oralmente entre los habitantes de la zona, esta
Laguna Dulce de la Zorrilla es un lugar donde han
sucedido -y aún suceden- "sustos" o "miedos"
–que es como se llama aquí a los sucesos
extraordinarios o paranormales-, cuyo relato en las noches
oscuras debía llenar de congoja el corazón
supersticioso de los campesinos que se alojaban en la gañanía del
cortijo durante las temporadas en las que había faena. Por ejemplo, aquel anochecer en que un campesino rezagado descubrió, detrás de unos matorrales, a un niño pequeño abandonado que lloraba con absoluto desconsuelo. Tras acercarse a la desvalida criatura y tomarla amorosamente en brazos para llevarla al cortijo, el campesino pudo ver, horrorizado, cómo al niño -o lo que quiera que fuese- le crecían repentinamente las uñas hasta transformarse en afiladas garras con las que le atacó con insólita fiereza, como si de un felino salvaje se tratara, al tiempo que se le dibujaba en el rostro una sonrisa diabólica. Después de abandonar a la mostrenca criatura, el campesino corrió despavorido hasta el cortijo donde, a pesar de los arañazos que le habían desgarrado el pecho y la cara, nadie daría crédito a su historia.. Hasta que ésta volvió a repetirse una y otra vez, y siempre en el mismo lugar, por donde evitan pasar todos los que conocen el sitio y la historia.
Según otra versión que circula entre los habitantes de Gibalbín, no fueron las uñas sino las piernas las que le crecieron repentinamente al niño, hasta el punto de que los pies le arrastraban por el suelo desde lo alto del burro sobre el que el campesino lo había montado para llevarlo así más descansadamente hasta el cortijo, siendo esta nunca vista circunstancia la que sembró el pánico entre los campesinos.
También cuentan los
lugareños "que un día se encontraba una carreta cerca de dicha
laguna tirada por unos bueyes y cargada de haces de trigo para llevar
a la era del cortijo. En un momento dado a los bueyes le entraron las
cucas, por lo que emprendieron una
veloz carrera en dirección a la laguna con el fin de meter las
pezuñas en el agua para librarse de la pesada mosca, como es
habitual que haga el ganado vacuno. Pero estos no se conformaron con
meter sólo las pezuñas sino que siguieron avanzando hacia el centro
de las aguas hasta desaparecer, primero los bueyes y luego la carreta
con los haces de trigo. Ni bueyes ni carreta se volvieron a ver más"
(1). Pero algunos ganaderos trasnochadores dicen que a veces, en las
noches de luna, se oye en el entorno de la laguna "el tintineo
de los esquilones de los bueyes en la lejanía, sobre las aguas".
En vez de arredrarnos, estas historias o leyendas han
servido para estimular nuestra curiosidad e imaginación, y nos han
alentado a poner a prueba nuestro valor y atrevimiento, haciendo lo
que ahora proponemos a nuestros lectores: y es que como en el verano
suele hacer mucho calor por estos andurriales, decidimos ir andando a
las Lagunas de la Zorrilla en noche de luna llena. Garantizamos que
la experiencia resulta absolutamente inolvidable, sobre todo si se
sale justo al atardecer para ver salir la luna desde el Círculo del
Mundo.
Una vez en la reserva natural, si rodeamos la Laguna
Dulce en el sentido de las agujas del reloj, a la mitad del recorrido
pasaremos junto a un bosquecillo de eucaliptos en cuyas proximidades
hay un pozo que riega un huerto bien cercado con tupida malla. Esta
arboleda –“La Pajarera”- es otro lugar mágico elegido por
centenares de aves para nidificar y reproducirse. Pasado el
bosquecillo, rodeamos el huerto -ahora en el sentido contrario de las
agujas del reloj- y la senda nos lleva hasta las lagunas Salada y
Hondilla, frente a la que encontraremos un mirador desde el que poder
observar las aves chapoteando en la laguna.
No sé cómo he llegado aquí, pero estoy encantada de haberme encontrado con esta maravillosa sorpresa. Me ha encanta tu blog Rafael, sobre todo esta historia terrorífica del bebé al que le crecían las uñas... espero que sigas adelante.
ResponderEliminarAunque ya conoces el nuestro, te dejo aquí el enlace porque queremos mantenerlo vivo aunque yo ya no esté por ahí. Complicado, pero lo intentaremos. http://2c-sidon.blogspot.com.es/
Un abrazo,
Marta Santana
¡Qué alegría, Marta, "verte" por aquí! Te agradezco tu amable comentario. Estamos en contacto.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarConozco esos parajes también, los he recorrido en Bici son unos parajes preciosos.
Un saludo.
Juan Antonio
Hola,
ResponderEliminarConozco esos parajes también, los he recorrido en Bici son unos parajes preciosos.
Un saludo.
Juan Antonio